Se dice que…”En el ayer que me tocó, la gente era ingenua; creía que una mercadería era buena porque así lo afirmaba y lo repetía su propio fabricante”, escribió Jorge Luis Borges en su cuento “Utopía de un hombre que está cansado”. El espeluznante caso Kiczka no va a durar mediáticamente para siempre. En la Tierra Sin Mal la gente ya no es ingenua. La Renovación tendrá que ingeniarselas para seguir vendiendo esa mercadería llamada misionerismo.

La Misiones profunda tiene otra agenda. También otras necesidades. La política necesita resetearse. La oposición es un supermercado chino con ofertas de todo tipo, sin autoestima ni ambición en sus dirigentes. El oficialismo se transformó en un club de burgueses y niños ricos aburridos de la alta sociedad misionera. No hay relato que aguante a tanta desidia. Un modelo para desarmar y armar de nuevo.

El dato de color es que las “relaciones carnales”, parafraseando un ministro del expresidente Carlos Menem, con el gobierno nacional es contradictoria y a su vez audaz. La suerte de Javier Milei y Victoria Villarruel puede ser un dolor de cabeza para la Renovación. Si les va bien, querrán colonizar la provincia. Si les va mal la van a destruir como al resto del país. Con el costo social y económico que pregona la doctrina liberal/libertaria. Egoísmo e insensibilidad. Un país o provincia para pocos.

El único objetivo es que este despejado el peligro electoral para 2027. El misionerismo tendrá que enfocarse en lo cualitativo y cuantitativo de su esquema para seguir manteniendo su relato.

La perla es que el inexplicable microclima de euforia pasajera no les permite ver a algunos renovadores la realidad de manera objetiva. La mediocridad es lo excelente para los mediocres. El 2025 viene asomando. Año electoral. ¿habrá pase de facturas?

“No hay que temer a los que tienen otra opinión, sino a aquellos que tienen otra opinión pero son demasiado cobardes para manifestarla” Napoleón Bonaparte